Esta es la misma técnica para cualquier cultivo, para que el transplante sea exitoso no se requieren demasiados conocimientos, sólo debemos brindar a nuestras plantas paciencia y cuidados generales; cuando los pongas en práctica verás que es muy fácil de realizar y tus plantas te lo agradecerán.
Sean las que ya tienes en casa, un gajo que te dio la vecina, o el helecho que tu suegra te regaló, además de alegrar nuestro jardín, todas ellas son seres vivos que merecen especial cuidado y atención.
Cada uno o dos años deberías cambiar la maceta por otra de mayor tamaño en relación a las dimensiones de nuestra planta, para esto debes deshacer el pan de tierra compactada, airearla liberándola de las raíces externas y agregarle más tierra y abono a la nueva maceta.
Como hemos dicho con anterioridad, el porte de tu planta debe guardar relación con el tamaño de la maceta, no sólo para que no se vuelque, sino para que sus raíces se desarrollen en el sustrato en forma noble y acorde a la constitución de nuestra planta.
Cada cultivo tiene su mejor época de transplante, pero por regla general tomaremos como base que éstos, en su gran mayoría se realizan en el período de descanso de nuestra planta, o sea en invierno, eso sí, siempre cuidándola de las heladas.
A la hora de transplantar debes tener limpios y a mano utensilios básicos que te serán de gran ayuda como ser: pala ancha, pala de punta, tijera de podar, etc. En el caso que decidas utilizar recipientes reusados, deben lavarse bien para que no queden restos de sustratos anteriores..
En cuanto a los materiales, necesitarás:
- Una maceta, de ser posible de mayor tamaño que la anterior
- Grava o piedras para el drenaje
- Tierra o sustrato
- Agua para regar al finalizar esta tarea
Unos simples pasos a seguir te servirán de guía:
- Primero verifica que nuestra nueva maceta tenga agujeros en su base para un buen drenaje.
- Luego coloca suficiente grava como para filtrar la tierra; se aconseja que sea de unos 2 o 3 centímetros de profundidad.
- A esto le agregas tierra o sustrato necesario para nuestra planta, aproximadamente hasta la mitad del recipiente.
- Acto seguido retiras la planta de su contenedor cuidando de no dañar sus raíces; esto se logra sujetándola del tronco con una mano mientras con la otra se invierte la maceta y se retira el pan de tierra.
- Colocas la planta en su nuevo hogar, presionas suavemente sus raíces en el sustrato y…
- Colocas tierra o sustrato hasta completar.
- Por último riega suavemente para que las raíces se adapten a su nuevo hábitat.
- Por unos días cuida a nuestra planta del sol directo hasta que recobre su energía.
- Si lo deseas, puedes colocarle mantillo decorativo en la superficie, esto no sólo evitará la formación de malezas, sino que impedirá que se “lave” el sustrato.
Puedes enriquecer el sustrato agregando compost orgánico, de esta forma ayudas a fortalecer las raíces y podrá adaptarse mejor a su nuevo hogar.
Este mismo procedimiento puede hacerse cuando notes que tu planta está mustia o decaída, que no crece demasiado, siempre y cuando veas que no tiene hongos o plagas, con airearle la tierra compactada y renovarle parte del sustrato por abono natural mejorará notablemente.
EL sustrato lo elegiremos de acuerdo a las necesidades de nuestra planta, si es de exterior o interior, si requiere suelos ácidos o neutros, etc.
También la elección del drenaje es importante, ya que evita el anegamiento y ayuda a mejorar la aireación de las raíces y absorción de nutrientes; éste puede ser de grava, arcilla, o piedra partida.
El mantillo que se coloca en la superficie puede ser de corteza de árboles incluso de pino; también pequeños trozos de carbón.
RECUERDA: En la medida de lo posible, el trasplante debe hacerse por la mañana temprano o por la tarde al caer el sol. De esta manera nuestra planta sufrirá menos el desarraigo.